lunes, 22 de abril de 2013

Frases Delirium - Laura


Holaa! :)

Hoy la entrada de ``Lyric part of a book´´ referente a Delirium. ¡Esta novela ha tenido tantísimos fragmentos que me han gustado...! Además el problema principal es que han habido capítulos que me han gustado enteros, que me han parecido memorables. Y algunos fragmentos solo es posible entenderlos en el contexto de la historia, así que la selección no ha sido fácil y os advierto de que me ha quedado bastante larga... Finalmente aquí está, ¡A ver que os parece!

 
Empecemos por el principio, y es que este libro me ha gustado ya desde la dedicatoria. Como todos sabréis, la deliria no es mas que esa terrible enfermedad descrita en el libro. Sí, eso que te hace hacer feliz a los demás, eso que te impulsa a sentir y a ser feliz: el amor. Entendido esto, la dedicatoria de Lauren Oliver nos dice mucho:
Para todos aquellos,

que me han contagiado
los deliria nervosa de amor en el pasado,
ya sabéis quienes sois.
Para todos aquellos
que me infectarán en el futuro,
estoy deseando saber quienes sois.
A ambos grupos, gracias.

Un pequeño pero vital consejo de Hana, breve pero muy conciso y claro:


(En el capítulo
Tres)
-Ya sabes que no puedes ser feliz a menos que seas desgraciada alguna vez, ¿verdad?

El siguiente párrafo me parece realista y aplicable a nuestra vida, no literalmente, pero creo que describe muy bien esa sensación que todos hemos vivido alguna vez al enterarnos de algo totalmente inesperado, cuando nos damos cuenta de que hemos sido ignorados y engañados. Lo mejor, la frase final:

(En el capítulo
nueve
)
¿Es posible que durante todo este tiempo yo haya estado viviendo mi vida, estudiando para los exámenes, corriendo con Hana, mientras este otro mundo también existía, en paralelo y por debajo del mío, vivo, listo para salir a escondidas de las sombras y de los callejones en cuanto se pone el sol? Fiestas ilegales, música no aprobada, gente que se roza sin miedo a la enfermedad, sin miedo a sí mismos.
Un mundo sin miedo. Imposible.

(En el capítulo
nueve)

-¡Lena!
Es extraño cómo reconozco la voz al instante aunque, antes de hoy, sólo la he oído una vez y durante apenas diez minutos, quince a lo sumo. Es como una alegría contenida, como si alguien se inclinara a contarte un secreto interesantísimo en mitad de la clase más aburrida del mundo. Todo se queda inmóvil. La sangre deja de fluir por mis venas. Me quedo sin aliento.

Por un segundo, hasta la música desaparece y todo lo que oigo es algo firme, sereno y bello, como el toque lejano de un tambor, y pienso: "Estoy escuchando mi corazón", pero sé que eso es imposible, porque mi corazón también se ha detenido. Mi visión hace un zoom de cámara otra vez y lo único que veo es a Álex, que viene hacia mí usando los hombros para abrirse paso entre la gente.
[...]
-Qué estás haciendo tú aquí? -le pregunto tartamudeando mientras se acerca a mí.
Sonríe.
-Yo también me alegro de verte.



Vayamos ahora a otro fragmento largo, en el mismo capítulo (que me encanta), en el que se describen perfectamente los sentimientos que causa algo maravilloso pero a la vez tremendamente prohibido como es el amor en el mundo de Lena. La prosa romántica de Lauren Oliver es fantástica, espectacular, y para muestra un botón con hermosas metáforas.

**(En el capítulo nueve)

Bailamos.
Casi todas las cosas, incluso los mayores movimientos de la Tierra, tienen su comienzo en algo pequeño. Un terremoto que destruye una ciudad puede comenzar con un temblor, con un estremecimiento, con una respiración. La música comienza con una vibración. Las inundaciones que asolaron Portland hace veinte años tras casi dos meses de lluvia ininterrumpida, que se precipitaron hasta más allá de los laboratorios y dañaron más de mil viviendas; las inundaciones que sacaron de los rincones neumáticos, bolsas de basura y viejos zapatos malolientes y los llevaron flotando por las calles como trofeos: las inundaciones que dejaron detrás una fina capa de moho verde y un olor a podrido que tardó meses en quitarse; esas inundaciones comenzaron con un hilillo de agua, no más ancho que un dedo, que lamia los muelles.

Y Dios creó todo el universo de un átomo no mayor que un pensamiento.
La vida de Grace se hizo añicos por una sola palabra: simpatizante. Y mi mundo estalló por otra palabra: suicidio.
Mejor dicho: aquella fue la primera vez que estalló mi mundo.
La segunda vez que estalló mi mundo fue también por una palabra. Una palabra que fue saliendo de mi garganta y llegó bailando hasta mis labios y brotó antes de que yo pudiera pensar en ello, o detenerla.
La pregunta era: «¿Quieres quedar conmigo mañana?».
Y la palabra: «Sí».

 

Vamos ahora a otro fragmento genial, esta vez un poco más corto, sobre algunos momentos especiales que se quedan en la memoria:
(En el capítulo diez)

A veces siento que si uno observa las cosas, si se sienta quieto y deja que todo exista frente a él, el tiempo se detiene por un instante y el mundo se congela a medio giro. Solo por un instante. Y si de algún modo uno es capaz de vivir en ese segundo, puede vivir para siempre.

 

Una buena declaración de amor digna de la más admirable película. Típica, pero igualmente bonita:
(En el capítulo diez)
 
—Lena, te lo juro, no era mi intención hacerte daño. No era mi intención mentirte.—¿Por qué haces esto? —no puedo pensar, apenas puedo respirar—. ¿Qué quieres de mí?
—¿Querer...? —mueve la cabeza.
Parece sinceramente confuso. Y herido. Como si fuera yo la que ha hecho algo malo. Durante un instante siento un destello de compasión por él. Tal vez lo vea en mi cara, esa fracción de segundo en que bajo la guardia, porque en ese momento su expresión se suaviza y sus ojos brillan como el fuego. Aunque apenas le veo moverse, de repente salva la distancia que nos separa y me pone las manos en los hombros; noto sus dedos, tan fuertes y tan cálidos que casi me hacen llorar.
—Lena, me gustas, ¿vale? Eso es todo. Eso es todo. Me gustas.
Habla en voz tan baja y con un tono tan hipnótico que parece una canción. Pienso en depredadores que saltan silenciosamente desde los árboles. Pienso en enormes felinos con relucientes ojos de ámbar, igual que los suyos.
Y entonces, haciendo un gran esfuerzo, retrocedo, chapoteo tratando de alejarme de él.
 

Ahora quiero compartir con vosotros otro trozo largo, el principio de un capítulo en mi opinión perfectamente elaborado, en el que se nos habla del pasado y de como este nos absorbe.
(En el capítulo once)

 Pero yo sé la verdad. La conozco de las noches de frialdad. Sé que el pasado va a tirar de ti hacia abajo y hacia atrás, que te va a engañar con el susurro del viento y los gemidos de los árboles, que te va a impulsar a descifrar lo que no entiendes, a recomponer lo que estaba roto. No hay esperanza. El pasado no es más que un lastre. Se instala en tu interior como una piedra.
Hazme caso. Si oyes que el pasado te habla, si sientes que tira de tu espalda y que te pasa los dedos por la columna, lo mejor que puedes hacer, lo único, es correr.
 

En el siguiente trozo se habla del amor, y de lo mucho que te hace sentir:
(En el capítulo dieciséis)

Esa noche, por primera vez en mi vida, me pongo delante del espejo del cuarto de baño y no veo a una chica del montón. Por primera vez, con el cabello recogido atrás y el camisón cayendo por un hombro y los ojos radiantes, creo lo que él ha dicho. Soy preciosa.

Pero no soy solo yo. Todo es bello.

El amor que siente la protagonista le produce miedo, pero a la vez una sensación tan intensa como describe en el siguiente fragmento:

(En el capítulo dieciocho)

La verdad es que no estoy segura de lo que quiero decir. No soy capaz de hablar ni de pensar con claridad. En mi interior se arremolina una sola palabra, una tormenta, un huracán, y tengo que apretar bien los labios para impedir que crezca tanto que me llegue a la lengua y consiga salir.Amor, amor, amor, amor. Una palabra que no he pronunciado jamás con todo su significado ante nadie, una palabra que en realidad ni siquiera me he permitido pensar nunca.


Ahora un fragmento precioso que expresa lo insignificante que es cualquier persona en la grandeza del mundo:
(En el capítulo diecinueve)

Lo más extraño de la vida es que sigue su traqueteo, ciega e ignorante, incluso cuando tu mundo privado, la pequeña esfera que te has forjado, se retuerce y deforma hasta que llega a explotar. Un día tienes padres, al siguiente eres huérfana. Un día tienes un lugar y un camino. Al siguiente estás perdida en una selva.
Y sin embargo, el sol sigue saliendo y las nubes se juntan y van a la deriva y la gente compra comida y las persianas suben y bajan y se tira de la cadena. Es entonces cuando te das cuenta de que casi todo, la vida, el incesante mecanismo de existir, no tiene que ver contigo. No te incluye en absoluto. Va a empujarte hacia delante incluso después de que hayas saltado más allá. Incluso después de que hayas muerto.



Una nueva escena de nervios y acción, basada en el más profundo de los sentimientos:
(En el capítulo veintitrés)

-Lena –me llama colocando las manos en mis codos y haciéndome girar para situarme frente a él. Cuando me niego a mirarle a los ojos, me alza la barbilla obligándome a que le mire-. Magdalena –repite; es la primera vez que ha usado mi nombre completo desde que nos conocemos-. Tu madre te amaba, ¿lo entiendes? Te amaba. Te sigue amando. Quería que estuvieras a salvo.
El calor me invade. Por primera vez en mi vida, no me da miedo el verboamar. Algo parece abrirse dentro de mí como un bostezo, se estira como un gato que intenta absorber el sol, y necesito desesperadamente que me lo vuelva a decir.
Su voz es infinitamente suave. Sus ojos son cálidos y están veteados de luz, con ese color del sol que se derrite como mantequilla a través de los árboles en una luminosa tarde otoñal.
-Y yo también te amo –sus dedos me acarician el borde de la mandíbula, bailando brevemente sobre mis labios-. Tendrías que saberlo. Tienes que saberlo.
De pie entre dos contenedores asquerosos en una callejuela de mierda, mientras el mundo se derrumba a mi alrededor, al oír cómo Álex dice esas palabras, todo el miedo que he llevado conmigo desde que aprendí a sentarme, a ponerme de pie, a respirar, desde que me dijeron que dentro de mí había algo malo, algo enfermo y podrido, algo que debía ser eliminado, desde que me dijeron que estaba casi echada a perder… todo se desvanece de repente. Eso que habita en lo más profundo de mi espíritu, el corazón de mi corazón, se estira y se despliega más, se alza como una bandera y me hace sentir más fuerte de lo que me había sentido nunca.
Abro la boca y digo:
-Yo también te amo.


Otro fragmento magnífico, esta vez forma parte de un pensamiento de Lena sobre el sentido de la vida:
(En el capítulo veintitrés)

Por primera vez en mi vida, realmente siento compasión por Carol. Solo tengo diecisiete años y ya sé algo que ella no sabe. Sé que la vida no es vida si te limitas a dejarte llevar por ella. Sé que el objetivo, el único objetico, es encontrar las cosas que importan y aferrarse a ellas, luchar por ellas y negarse a soltarlas.



Vamos al penúltimo fragmento de esta selección, una frase célebre puesta a inicio de capítulo y que es totalmente ilustrativa:
(En el capítulo veintisiete)

Quien trata de alcanzar el cielo de un salto puede caerse, es cierto.
Pero también puede volar.



Vamos ya con el último, el definitivo. El final de esta historia maravillosa, un mensaje de amor y esperanza:
(En el capítulo veintisiete)

Tienes que comprenderlo: yo no soy nadie especial. Soy solo una chica normal. Mido uno sesenta y soy del montón en muchas cosas. Pero tengo un secreto. Aunque construyan murallas que lleguen hasta el cielo, yo encontraré la forma de volar sobre ellas. Aunque intenten atraparme con cientos de armas, yo encontraré un modo de resistir. Y hay muchos como yo ahí fuera, más de los que crees. Gente que se niega a dejar de creer. Gente que se niega a volver a tierra. Gente que ama en un mundo sin murallas, gente que ama frente al odio, frente al rechazo, sin miedo y contra toda esperanza.

Te amo, recuerda, eso no pueden quitártelo.

 

Y con esto acabo esta larguísima entrada que tanto tiempo me ha costado escribir, pero con la que a la vez he disfrutado. Precioso libro, os lo recomiendo 100% aunque lo podréis saber por mi puntuación y opinión personal en mi reseña Delirium.

Un besito y ¡Comentad!


 

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